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Gran parte de la vida humana se centra alrededor de la posibilidad de ser padres, de reproducirnos y tener hijos donde la fertilidad se da por garantizada y es considerada desde siempre como una opción que podemos controlar, es decir, decidir cuándo tener un hijo. Pero en la búsqueda de la mater/paternidad no siempre es todo como deseamos y planeamos y muchas parejas se ven enfrentadas a tener que transitar tratamientos de fertilidad ya sean estos de baja o alta complejidad para lograr un embarazo.  Este camino, no necesariamente va a ser uno fácil, ya que a pesar de todos los avances en la medicina reproductiva y de optar por los mejores profesionales, nadie va a poder asegurar cuándo la mujer quedará embarazada, ni cómo será el camino que esta deberá transitar para lograrlo.

Los tratamientos de reproducción asistida (TRH) llevan a una pareja a enfrentar desde el inicio una nueva realidad y ese primer enfrentamiento tiene que ver con la pérdida de la capacidad para reproducirse natural y espontáneamente, luego pueden aparecer diagnósticos e intervenciones también.  Ya desde ahí, se van movilizando muchas emociones como la ansiedad y el estrés ya que la incertidumbre de si será posible ser padres es muy grande. Así mismo, cada tratamiento se lleva a cabo en fases, donde cada una de ellas también trae sus propias emociones y miedos ya sea por alcanzar el éxito en ellas, o por no conseguir lo que se buscaba, generando mucha frustración, enojo, tristeza, envidia, etc. Además, debemos considerar que un problema de fertilidad es una crisis vital en la persona y en la pareja que lo atraviesa y como hemos mencionado puede tener una mediana o larga duración por lo que toda esta carga emocional sería sostenida en todo este tiempo.

Es en este escenario que la pareja y sobre todo la mujer, que suele ser quien “pone el cuerpo”, tiene que enfrentarse a lo que implica los TRH en ese estado emocional, muchas veces difícil de manejar porque no se dispone de una red de apoyo con quien hablarlo y compartirlo. Es muy difícil sentirse acompañado por otros que no han vivido la experiencia de un problema reproductivo, y por eso la importancia de poder ser sostenidos y acompañados por profesionales de la salud capacitados para poder transmitir calma y tranquilidad, validar las emociones que vayan surgiendo y ayudar en el manejo de estas para poder continuar los tratamientos y lograr un embarazo exitoso.

Si bien el estrés no genera infertilidad, sí es un factor clave ya que para poder lograr un embarazo es muy recomendable que quien se someta a un tratamiento de fertilidad, se encuentre en el mejor estado emocional posible, tanto para optimizar la tasa de éxito, así como para afrontar un posible embarazo o también la posibilidad que no funcione en un momento determinado y se tenga que volver a intentar o pensar en otras posibilidades en el manejo del tratamiento. Existen numerosas investigaciones que han demostrado que el estrés a largo plazo puede promover cambios neuroquímicos influyendo en ejes neuroendocrinos y entrando en interacción con otros sistemas hormonales y neurobiológicos que a lo largo del tiempo pueden tener consecuencias negativas.

Por lo tanto, es muy  importante generar conciencia en  los pacientes que estén buscando un embarazo, la posibilidad de buscar un acompañamiento de la mano de un profesional que los guie y los sostenga en cada uno de los procesos que conllevan los tratamientos de fertilidad para así afrontarlos de la mejor manera posible, favoreciendo a un mejor estado emocional  y buscando que se lleven a cabo desde la calma y no desde el miedo o la ansiedad, lo que permitirá poder  afrontar mejor el antes, durante y post tratamiento y lograr en la medida de lo posible un estado emocional adecuado para el embarazo.

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