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El duelo es un proceso de adaptación emocional que atraviesa una persona frente a la pérdida de algo o alguien muy querido. Es universal pero vivido de manera singular según las características de personalidad, creencias y contexto de cada persona. Sin embargo, cuando se trata de pérdidas intangibles o simbólicas, como ocurre en los problemas reproductivos, suele pasar que estos duelos no son reconocidos por los otros y en lugar de validar el dolor de quien lo atraviesa, surge el efecto contrario, que es volverlo invisible.

Cuando uno siente su dolor como no válido o inexistente, tiende a reprimir lo que está sintiendo y eso no favorece a que se pueda transitar y sanar ese dolor. Son duelos que quedan congelados en el tiempo porque no hay oportunidad ni validez externa que permita recorrerlo.

El duelo en los problemas reproductivos es uno de los más invisibles, ya que por lo general se tratan de pérdidas simbólicas. Es un duelo que se vive en silencio, un camino que se atraviesa en soledad desde que ese bebé soñado no llega y la pareja no consigue el embarazo “naturalmente” y tiene que someterse a técnicas de reproducción asistida. La pareja tiene que adaptarse a un nuevo “guion” en su vida duelando así, el plan que había imaginado.

Frente a esta pérdida, muchas veces se suelen recibir opiniones o comentarios que, si bien pueden estar hechos con las mejores intenciones, no fueron pedidos y no nos hacen sentir bien. Como, por ejemplo: “si te relajas quedarás embarazada”, “vas a ver que en el viaje te embarazas”, “deja de pensar en ese tema tanto y quedarás embarazada”, etc. Estas frases que no son poco frecuente lo único que logran es que no podamos conectar con el dolor que trae esa pérdida y sigamos el camino de los tratamientos sin tomar consciencia de lo que verdaderamente estamos sintiendo y que además es tan válido. Nunca nadie advirtió al ser humano que podrían pasar por problemas reproductivos o que es algo por lo que atraviesa actualmente un porcentaje no tan pequeño de la sociedad. Siempre se nos dijo que uno nace, crece, se reproduce y muere. ¿Pero que pasa cuando lo logramos “reproducirnos”?

En el camino de los problemas reproductivos, no se atraviesa un solo duelo, sino que por el contrario se duela mucho, aunque para el resto pueda parecer como si fuera nada… Se duela la posibilidad de ser madre/padre en cada menstruación, la salud reproductiva en los diagnósticos que se van recibiendo, la medicación que no trae los resultados esperados. Así como también, la pérdida de falta de control de nuestro propio cuerpo, óvulos de mala calidad, bajo conteo espermático, ser bajas respondedoras a la estimulación ovárica, embriones inviables, transferencias negativas, duelos genéticos al no poder utilizar nuestras gametas o los de la pareja y muchas veces también pérdidas gestacionales.

Todos estos se convierten en duelos invisibles, donde no hay un cuerpo, pero muere un sueño, un plan, un guion en la vida de esa persona y/o pareja que lo atraviesa.

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